Una de las preguntas más curiosas que suelen hacerme (y que yo mismo me hago) es la relacionada con la comparación entre un CCD (
Charge Coupled Device) y un ojo. Hace ya tiempo que de esta discusión se excluyeron en astronomía las películas fotográficas -aunque se siguen usando y con excelentes resultados-. Lo cierto es que por muy buena que sea nuestra cámara, la sensación de ver cualquier astro colocando directamente el ojo en el ocular de un telescopio es impagable.
Y es que los resultados de las fotografías astronómicas electrónicas nos dan una visión del universo muy diferente a la que percibimos con el ojo "desnudo" (
naked eye). ¿Por qué? El principal motivo es la sensibilidad, otro es el tiempo de exposición. Y ambos juegan en favor de la electrónica y de los semiconductores. Sin embargo, hay otras consideraciones interesantes, como la resolución. A la pregunta
¿cuántos megapixels tienen nuestros ojos? ha respondido con acierto y pedagogía un buen blog de un oftalmólogo enlazado
aquí, Ocularis y que he encontrado
via Microsiervos. La serie completa de historias relacionadas es la siguiente:
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¿Cuántos megapixeles tienen nuestros ojos? (parte 1)
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¿Cuántos megapixeles tienen nuestros ojos? (parte 2)
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¿Cuántos megapixeles tienen nuestros ojos? (parte 3)
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¿Cuántos megapixeles tienen nuestros ojos? (parte 4)
Un
extracto:
"El número de "pixels" (receptores) de nuestra retina es de 200 millones (130 millones de bastones y 70 millones de conos). O sea, que cada ojo tendría 200 megapixels. No está nada mal, ¿no? Pero ahora viene el problema: toda esta información llega al cerebro por un cable, el nervio óptico. Pero las fibras de este cable sólo son de un millón, como mucho de millón y medio. O sea, que al cerebro le llega sólo una imagen de 1 ó 1,5 megapixels. Una imagen un tanto "cutre", ya que las cámaras digitales normales ya tienen 3 ó 4 megapixels. Ahí lanzo las dos preguntas:
(a) ¿Qué ha pasado con la información perdida? (de 200 millones a 1 millón)
(b) Si es cierto que sólo tenemos 1 megapixel de resolución, ¿podemos realmente percibir la mejor calidad de imágenes de más megapixeles?"
Para ilustrar, ahí va cómo vio Galileo la Luna con su pequeño telescopio, allá por 1610: