No, no son las fechas de la vida de Wilfrid Voynich, sino las de la datación -recientemente determinada- del manuscrito que ha pasado a la posteridad (y lo hará al futuro) con su nombre. Dado que él lo rescató del olvido comprándolo a unos frailes jesuitas a principios del siglo XX.
La noticia viene en bastantes lugares, y la información fidedigna la suministra la propia
Universidad de Arizona en este enlace
En resumen, que si el sofisticado espectrógrafo de masas que tienen allá no engaña como un polígrafo de tele5, el Manuscrito Voynich es aproximadamente un siglo más viejo de lo que se pensaba. Con lo que se descartaría la hipótesis de la autoría adjudicada a los ingleses John Dee y Edward Kelley, casi coetáneos de Johannes Kepler y Tycho Brahe. Y también la supuesta paternidad de Roger Bacon, que vivió en el siglo XIII (Wilfrid Voynich siempre creyó que el franciscano era el autor del libro cifrado)
Son más datos que uno tiene, siempre y cuando encuentre el tiempo de escribir la secuela de
El Castillo de las Estrellas (o la precuela, por dar más pistas)