Cumplidos ya dos meses largos desde la aparición en EEUU de
El Castillo de las Estrellas, y algo más relajado después de los variados acontecimientos personales y profesionales, vuelvo –espero que ya no de forma aislada- al blog para contar otras cosas. Con las aguas en su cauce y, tal vez, la normalidad instalada de forma definitiva en el (interior de la) frente con un verano tranquilo por delante. Y la vista puesta ya en metas diferentes. En otras palabras: habrá que ir escribiendo y hablando de cosas diferentes. Dar paso a nuevas invenciones, a nuevos proyectos.
Pero antes quería resumir, y ordenar dejando por escrito, los avatares de
The Book of God and Physics. Publicado por
HarperCollins/William Morrow el 5 de Mayo de este año 2009. Comenzaré por la peor parte, de la que ya hablé hace unos días: el fallecimiento inesperado de la traductora de la novela al inglés, Dolores M. Koch. Tan sólo un mes después de que los –creo- 35.000 ejemplares de tirada de la hasta ahora primera y única edición asomaran a las librerías. Su trabajo ha sido casi unánimemente reconocido. Cito sólo por no aburrir la mención en la crítica de la novela hecha por el
Washington Post, a la que volveré más tarde: “
suave y eficiente traducción”. Gracias por tu trabajo, Dolores.
La publicación de una novela para un neófito como yo en el mundo anglosajón es una caja de sorpresas. Y eso pudiendo recurrir –y aprovecho para agradecérselo aquí- a mis editores, siempre bien dispuestos: en España Blanca Rosa Roca y en EEUU Katherine Nintzel. Sin olvidar por supuesto a Thomas Colchie, el hombre sin rostro de los mil contactos. Aun y con todo, uno tiene que aprender por su cuenta, y desgastar Google para comprender cómo se cuecen las cosas allí. Y siendo rápidos en las explicaciones decir que cualquier parecido entre España y EEUU es pura coincidencia en lo que al tratamiento y lanzamiento editorial de una novela se refiere.
Me explico con brevedad. Aquí la novela era una curiosidad, y el autor –o sea, yo- una
rara avis. Por aquello de la profesión
estelar y la nula relación de la misma con la literatura. Consecuencia inmediata: el contenido de la novela no interesaba demasiado, y era preferible hablar del anecdotario. Me hicieron las mismas preguntas hasta el aburrimiento, pero muy pocos medios en España supieron o quisieron decir y escribir si
El Castillo… era una novela buena o mala. Aburrida o amena. Si merecía la pena su lectura. En la otra orilla del Atlántico (en Canarias estamos bañados por él, dígase) ocurre justo al revés. De partida, hay cuatro grandes revistas especializadas, cuya independencia es respetada y casi venerada por librerías, grandes almacenes y, por supuesto, bibliotecas (remarco bibliotecas porque allí todavía sirven de algo y el número de préstamos y lectores no tiene nada que ver con el paupérrimo que padecemos aquí). Incluso hay webs en las que se compilan sus recomendaciones. Las cito a continuación:
Publishers Weekly,
Booklist,
Library Journal y
Kirkus Reviews.
Enlazo sus páginas pero –
of course- todas tienen sus bien documentadas entradas en la Wikipedia para los lectores más curiosos. Cada una de ellas tiene revisores especializados y de lo que en ellas se escriba depende en buena medida la suerte de una novedad literaria. Y las cuatro funcionan de forma muy similar: cada quince días emiten su opinión de lo que aparece en el mercado. En la mayoría de las ocasiones, se despachan con unas líneas más o menos críticas o indiferentes. Y en unos cuantos casos elegidos, otorgan un
starred review. Una recomendación, simplemente. El mecanismo de puntuación no puede ser más homogéneo: una única estrella es símbolo de que la cosa va bien, como en Belén. Así que poco importa a qué se dedica el autor ni de dónde viene. Lo que importa es qué y cómo escribe. (En España las editoriales van por lo común unidas a los medios: se habla de los colegas -bien- y punto)
Para mi fortuna,
The Book of God… comenzó con un augurio estelar excelente, casi sorprendente. La primera crítica realizada por
Publishers Weekly, fue magnífica (
disponible en inglés aquí). La de
Booklist no se quedó atrás (
disponible también en inglés aquí). Y con dos estrellas en el bolsillo, llegó la sorpresa: el todopoderoso
The Washington Post me dedicó una crítica larguísima –casi 1000 palabras- que para sí quisiera Zapatero (por la atención a un español en EEUU, entiendan la ironía):
La crítica viene firmada por
Ross King y se puede leer íntegramente en el mismo periódico bajo el sugerente título que he reutilizado en el encabezado de esta larga historia:
Intelligent, by Design. De la crítica literaria me sorprendió especialmente el enorme detalle del articulista en el contenido de mi novela. Algo que había pasado totalmente desapercibido en España había ido a ocurrir en uno de los periódicos más
gordos del mundo mundial. Y que, por otra parte, cabía dentro de lo posible dado el contenido de la novela y el país en el que se publicaba: la manida polémica del Diseño Inteligente en el fondo de un libro de ficción. Y Ross King desmenuzó en el famoso diario capitalino –que no pulverizó, por fortuna- la novela de este servidor de cabo a rabo. ¿El resultado? Que por un día fui el autor español más vendido en
Amazon, por ejemplo. Fama efímera, claro está, porque allá anda arrasando, como no puede ser de otra manera, Ruiz Zafón con su
The Angel’s Game. (Con el fantástico agente Thomas Caulchie detrás, por cierto.)
Y después del
subidón ha llegado la calma serenísima. Uno puede encontrar fácilmente reseñas de la novela por lectores americanos en cualquiera de las muchas páginas dedicadas a ello (como
Library Thing, o
Book Browse, por ejemplo) con las más variadas opiniones. Desde el lector entusiasmado hasta el más recalcitrante ultrarreligioso. También he recibido unos cuantos correos electrónicos de lectores. En este caso sólo escriben los más satisfechos, cosa que se agradece. Y para terminar de poner los pies en el suelo
Kirkus Reviews me puso verde sólo unos días más tarde. No lo enlazo porque es de pago y no soy masoquista. (La cuarta revista en danza,
Library Journal, simplemente me ha metido en el saco de novelas españolas sin darle la menor trascendencia.
Aquí puede leerse la crítica). Supongo que ahora tendría que añadir que, lógicamente, hay a quienes la novela no les ha caído muy bien por razones obvias –he ojeado foros afines al Diseño Inteligente donde me ponen a caldo- e, incluso, que podría tener una explicación para la, quizá, exagerada crítica negativa de los señores de Kirkus (por otra parte totalmente respetable). Como en los crucigramas, véase la página 69 de la edición americana para la posible resolución del acertijo, y si no lo aciertan me lo preguntan en los comentarios. Al menos, en Kirkus son consecuentes con su criterio editorial). En cualquier caso, gracias también a ellos por hacerse eco de la publicación en su país de un novelista español novato y, además, ocasional. Si otra cosa he aprendido durante estas semanas es que llegar hasta allá es muy, muy complicado. En ese sentido, tengo que admitir que soy un privilegiado.
Y poco más. Espero no haberles aburrido demasiado con esta autorreferencia cargante y quizá cansina. Cuando empecé la redacción de
El Castillo… no soñaba tan siquiera con su publicación en España. Hoy mi nombre es una pequeña mosca incordiante para aquéllos que siguen pensando que dar patadas a la Ciencia es gratuito. Aunque sea a lomos de, por ejemplo, el adorable elefante Richard Dawkins que menciona al comienzo de su artículo Ross King… en el Washington Post.