No sé si será por aquello del año de la Astronomía, pero hay asuntos que vuelven a cobrar vida. Incluso después de muerto, como es el caso del protagonista (no el Cid, sino alguien más útil para nuestra causa como fue el simpar Tycho Brahe)
La (gran) novedad del asunto radica en que, nuevamente, investigadores daneses han pedido la exhumación de los restos del genial astrónomo enterrado en Praga para, quizá de forma definitiva, concluir las causas de su muerte. ¿Asesinato? Parece que sí, a juzgar por la teoría de Peter Andersen (o Christensen), que ha encontrado una nueva explicación a las altas concentraciones de mercurio halladas en el cadáver de Brahe años atrás. Lo cuenta todo muy detalladamente
Der Spiegel en este artículo traducido al inglés, publicado el otro día:
Was Tycho Brahe Murdered by a Contract Killer?
Los que gusten de novelas que tengan que ver con este asunto (ejem...) verán que la historia no ha terminado, ni mucho menos. Sólo que ahora ya, y con más decencia, no se apunta a su discípulo Johannes Kepler como presunto asesino (ohhhh!, fracaso de los chicos yankis de CSI encarnados en el
libelo de Joshua Gilder), sino a un familiar lejano -Eric Brahe- del propio astrónomo. Quien, acuciado por las deudas y presuntamente impelido por el jovenzuelo y recién llegado rey Christian IV de Dinamarca, lo habría envenenado. ¿Las razones? El investigador apunta a simples celos del monarca y a complejos líos de faldas, y para ello se basa en el viejo diario del que habría sido el autor criminal del magnicidio para sus argumentaciones.
En cualquier caso, más madera para este apasionante pasaje de la Historia.