Se veía venir. Aunque no esperaba que fuera así.
Ya antes de Navidades comprobé con una mezcla de asombro y enfado que un par de colaboraciones mías para la sección Zonaweb del periódico (página dedicada a las nuevas tecnologías y a internet) “habían sido archivadas”. Especialmente
ésta, muy crítica –como no podía ser de otra manera– con la política local canaria y, especialmente, con la tinerfeña. Decidí continuar escribiendo porque, a fin de cuentas, ¿se pueden mezclar tecnología con política en Canarias? Es un imposible. Son dos mundos paralelos y ni se rozan, salvo que venga una tormenta tropical y sus vientos levanten la alfombra, descubriendo sus miserias. Luego vinieron los desafortunados –por definirlos de forma suave– editoriales antigrancanarios, propios de una mentalidad no ya ultraperiférica, sino ultracavernaria. A mí este tipo de ocurrencias, cuando llegué aquí, me producían gracia. Ahora sólo una pena profunda. Será que ya son 14 años viviendo en Tenerife y veo esta tierra como propia. Como mis ideas al respecto no tenían cabida en mi sección semanal escrita centrada en internet, simplemente las he ido reflejando en este blog. No puedo traicionar a mis amistades sólo por ver mi nombre escrito en letras de molde.
Pero los blogs, para bien o para mal, se leen cada vez más. Incluso entre aquéllos que no ven más allá de sus propias narices y de su propia isla. Y como consecuencia de ello, de leer aquí mis opiniones personales, hoy me han hecho saber que no quieren que siga escribiendo para su periódico. Obviamente yo no sigo su línea editorial, ni comulgo con sus estrambóticas ideas. Tampoco cobro un euro por ello. Durante más de dos años han salido en
El DIA 108 comentarios con mi firma –descontando los dos censurados a raíz del
Delta–, puntualmente cada semana. La simple devoción por la escritura, la divulgación tecnológica, y el gusto por hacer llegar a los posibles lectores el formidable mundo de internet me impulsaron a colaborar cuando me ofrecieron un hueco en sus páginas. Dado que se trata de su empresa y de su dinero,
El DIA puede elegir libremente a sus colaboradores. Y, a la recíproca, yo puedo elegir mis compañeros de viaje. Está claro que no vamos en el mismo barco, porque ellos nunca tomarán el ferry para viajar a Gran Canaria. Ellos se lo pierden. Yo he ganado varios amigos allí, empezando por la persona que, desinteresadamente, me aloja aquí en
Blogalia. Pretender comparar la amplitud de miras de unos y otros se me antoja impensable.
Eso es todo. Que nadie se preocupe por posibles repercusiones económicas. Como ya dije, no cobro por escribir y tengo bien asegurado mi sueldo como ingeniero
senior en el principal centro tecnológico de Canarias. Y eso me da la suficiente libertad e independencia como para no tener que morderme la lengua y poder contar las cosas tal y como las veo. No voy a cambiar ahora, a mis años. Dejo unos pocos amigos en esa empresa –a los que no nombraré aquí para no comprometerles, y a los que agradezco su apoyo durante estos dos años– y ojalá que unos cuantos lectores fieles. A estos últimos sólo decirles que espero aparecer pronto en cualquier otro medio escrito. Mi única condición para ello –a quien pueda interesar– es la independencia y la libertad de expresión. Mientras tanto, pueden seguir encontrándome aquí, en el mayor espacio de opinión conocido: INTERNET. Y hospedado por un canarión –por grande y por bueno–, que seguro les dolerá más.