"En estos putos tiempos, el único ministerio imprescindible en la lucha por nuestros derechos es el del Interior..."
El artículo en cuestión publicado por El País ya ha sido comentado
urbi et orbi. De forma unánime, por cierto.
Como no quiero seguir insistiendo sobre el tema,
me autocito, si me permiten la inmodestia, les cuento un cuento y así nos vamos todos a la cama y no perdemos más el tiempo con el coleguita.
"ENTRAMOS en silencio en el salón de actos del colegio mayor. Habíamos extremado las precauciones para asegurarnos de que nadie nos seguía. Poco a poco llegaron los demás. Cuando estuvimos todos sacamos nuestros tesoros de las mochilas, de las carpetas, incluso de debajo de las camisas. Apilamos los discos con cuidado, sigilosamente. Uno traía a Raimon. El otro a Llach y Serrat. Yo, por supuesto, a Labordeta y su Canto a la Libertad. Encendimos unos cigarrillos, abrimos unas cervezas y nos dispusimos a dejarnos llevar por el ambiente y la música. Apagamos las luces, juntamos las manos. Todos acabamos cantando a coro. Nuestras caras felices sólo eran iluminadas por las débiles luces de los mecheros. De pronto, un estruendo, unos golpes, una puerta abajo. Las luces cegadoras. La policía. Entraron gritando, empujando, amenazando, riendo. Lo primero que hicieron fue destrozar el equipo de música de una patada. -¡Viva la Democracia! ¡Viva la Libertad! ¡Abajo el fascismo! -gritó uno de nosotros. ¡España es socialista! -completó un segundo. No se inmutaron. El que dirigía la redada se subió a la tarima y voceó, haciendo callar nuestras protestas: -De acuerdo con el Código Penal de 1 de octubre de 2004, quedan ustedes arrestados por poseer copias ilegales de música vulnerando el derecho a la propiedad intelectual. Y añadió, con un cierto tono de ironía: -Vuelven los viejos tiempos, chicos".