Cuando ustedes me lean ya habrá pasado todo el maremagnum electoral. Pero hoy, en el momento de escribir estas líneas, estoy cumpliendo con la obligación ética de la reflexión previa al sufragio. Así que me he puesto a pensar en los políticos e Internet. Y he constatado alguna curiosidad. Por ejemplo: En ninguna de la media docena de direcciones de correo-e que utilizo, y que a diario se llenan de todo tipo de mensajes publicitarios (créditos a bajo interés, viagras, anabolizantes, adelgazantes, conservantes o colorantes), político alguno me he pedido el voto. Resulta paradójico, y más viendo cómo el buzón colgado a la puerta de mi casa rebosa de papeletas de todos los colores, como primavera en flor. Me da que pensar que las famosas "nuevas tecnologías", con las que los políticos y políticas de una y otra banda (sí, banda) se llenan la boca e incluso algunos bolsillos, no acaban de cuajar. Esto confirma lo que con acierto se ha dado en llamar "analfabetismo digital". Números cantan. España, que ocupa en cuanto a baremos de riqueza y bienestar un lugar entre los diez primeros países del mundo, se desploma casi hasta el puesto 20 en la columna que refleja la implantación de las susodichas tecnologías. Y si se salva es porque la cifra tiene principalmente en cuenta el número de teléfonos móviles por habitante. Sólo el 17% de los españoles tiene acceso fácil a Internet, frente a un 99% a la televisión -que no nos falte nunca la Champions, de interés "general"-. Por eso no puedo dejar de sonreír cuando leo las palabras de un conocido político, de gran parecido físico con el alcalde de Las Palmas, "pidiendo a los jóvenes que elijan las nuevas tecnologías y no el marxismo (sic)". El curioso razonamiento es el siguiente: "...el famoso mayo del 68 en París apostó por el marxismo que aplastó a los estudiantes de Praga poco después y que más tarde fracasaría con la caída del muro de Berlín. Mientras tanto, otros jóvenes, muy lejos de la capital parisina, apostaban en California por las nuevas tecnologías y protagonizaban la revolución de los innovadores". Después de leer estas palabras de enorme calado intelectual, creo que voy a empezar a leer sobre Linux ya mismo. Junto con Marx y Engels, de un rojo que no vean.
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El Día de Tenerife, sábado 11 de Octubre de 2003