Resulta casi imposible sustraerse a la política en estos días. Para mi fortuna, la política se alía con la tecnología de tal forma que me ponen en bandeja la columna de hoy. La pregunta que se hacen los "analistas" nacionales e internacionales es si es posible que el terrorismo derribe un gobierno. Aquí la reformularemos de la siguiente manera: ¿Pueden los teléfonos móviles cambiar un gobierno? Según los perjudicados, sí. Tanto que incluso han puesto en marcha acciones judiciales para localizar y castigar a los responsables de la "incalificable" maniobra. El caso es que hasta ahora los móviles se habían empleado inocentemente para votar quién dejaba "la casa", o quién nos representaba en el festival de Eurovisión. Y nadie había dicho ni pío, ni siquiera el canario elegido. Pero cuando sus melodías no han sido del gusto de los halcones, éstos se han convertido en basiliscos. La teoría de la evolución a la inversa. Vuelta a la caverna. Yo hasta hoy sólo recordaba un enfado parecido por utilizar móviles: el de un piloto de Iberia al que casi le amargan un aterrizaje. Los hay imprudentes en todas partes, incluso en el cielo. Porque no me negarán la imprudencia de tener un "Cardenal" como Fiscal General... Los móviles han sido los protagonistas indudables de estos días trágicos. Móviles asesinos, agazapados en mochilas tramposas. Móviles salvadores, llamando ambulancias. Móviles tranquilizadores: "Estoy bien, mamá." Móviles inmóviles: "Ahora no puedo atenderte, deja un mensaje cuando suene la señal. Boom." Sanitarios, bomberos, voluntarios, todos repitieron la misma frase: "Era insoportable el sonido de los móviles de los muertos." Ahora, al señor Cardenal, al señor Zaplana, o al señor Rajoy, también se les hace insoportable el sonido de los móviles de los vivos. Esos tonos polifónicos que era imposible silenciar en la morgue de Atocha siguieron sonando en la calle. Mensaje del muerto al vivo: que no os mientan más. No hacían falta "mentes prodigiosas" para entender el mensaje del más allá. Sólo me queda una última pregunta por plantear: ¿el tal "Castillo de las mentes prodigiosas" no será por un casual el Palacio de la Moncloa? Mismamente igual sí. Misma mente. Igual de "prodigiosa".
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El Día de Tenerife, martes 30 de Marzo de 2004