"No sé en qué puerto pudo entrar la peste. El caso es que a los pocos días gran parte de la tripulación de nuestro navío enfermó y murió. El capitán fue de los primeros en caer. Lo encontramos tirado en su camarote, casi en completa oscuridad. El barco era antiguo, y los parches en las maderas de ventanas y contraventanas no habían impedido la entrada de las ratas, que correteaban a sus anchas por la estancia. De nada sirvieron los cebos, de nada las precauciones. Encima de la mesa, el cuaderno de bitácora abierto. Sus últimas palabras: 'Sasser ya está aquí. Que Dios bendiga nuestras almas.' Dada mi condición de marinero más antiguo, hube de tomar el timón. Dirigí la goleta hacia varios puertos, pero ninguno quiso franquearnos la entrada. La peste hacía mella en gran parte de la flota de nuestra Armada. Una semana más tarde estábamos ya a la deriva. Los registros de navegación guardados por el capitán han sido devorados por los gusanos, y poco queda por hacer. Con el sistema completamente inservible, y las ratas como dueñas únicas del velero, el viejo contramaestre y yo hemos decidido hoy hundir el barco. En el pequeño bote de remos hemos cargado algunas provisiones para nuestro viaje, así como parte del botín acumulado en los últimos pillajes. Piratas somos, y por nada vamos a renunciar a nuestras riquezas. La única esperanza para volver es poder llegar a las costas de Finlandia y comprar otro barco al vikingo Linux, un hombre testarudo pero abierto. Por si no lo logramos, aquí quedan estas palabras, encerradas en una botella. Firmado: William Gates, Primer Oficial." Moraleja: que un crío de 18 años haya sido capaz de montar un pollo de tal magnitud en la Red, dice muy poco a favor de la calidad de los productos de una empresa megamillonaria y, en la práctica, monopolística. En mi caso particular, me ha tenido un fin de semana reinstalando por completo el portátil. Mi lector -o lectora, ojalá- se tuvo que quedar sin la habitual colaboración semanal con "El Día." Tampoco el "weblog" se actualizó. Lo siento. Mi diatriba contra la SGAE y la nueva ministra de Incultura tendrá que esperar unos días... pero no se librarán.
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El Día de Tenerife, viernes 14 de Mayo de 2004