"Entramos en silencio en el salón de actos del colegio mayor. Habíamos extremado las precauciones para asegurarnos de que nadie nos seguía. Poco a poco llegaron los demás. Cuando estuvimos todos sacamos nuestros tesoros de las mochilas, de las carpetas, incluso de debajo de las camisas. Apilamos los discos con cuidado, sigilosamente. Uno traía a Raimon. El otro a Llach y Serrat. Yo, por supuesto, a Labordeta y su Canto a la Libertad. Encendimos unos cigarrillos, abrimos unas cervezas y nos dispusimos a dejarnos llevar por el ambiente y la música. Apagamos las luces, juntamos las manos. Todos acabamos cantando a coro. Nuestras caras felices sólo eran iluminadas por las débiles luces de los mecheros. De pronto, un estruendo, unos golpes, una puerta abajo. Las luces cegadoras. La policía. Entraron gritando, empujando, amenazando, riendo. Lo primero que hicieron fue destrozar el equipo de música de una patada. -¡Viva la Democracia! ¡Viva la Libertad! ¡Abajo el fascismo! -gritó uno de nosotros. ¡España es socialista! -completó un segundo. No se inmutaron. El que dirigía la redada se subió a la tarima y voceó, haciendo callar nuestras protestas: -De acuerdo con el Código Penal de 1 de Octubre de 2004, quedan ustedes arrestados por poseer copias ilegales de música vulnerando el derecho a la propiedad intelectual. Y añadió, con un cierto tono de ironía: -Vuelven los viejos tiempos, chicos." Esta historia podría ocurrir en cualquier momento, y no sé yo si los propios Llach, Serrat o el ahora diputado Labordeta pondrían el grito en el cielo o, por el contrario, callarían lo que entonces no callaban para poder seguir cobrando magros derechos de autor. Lo cierto es que junto a noticias como la aparecida esta semana, en la que se daba cuenta de una querella contra la policía por su abracadabrante actuación en la hace unos meses llamada "mayor operación contra la piratería de Europa" -al parecer, dicha policía actuó a instancias de grupos fácticos como AFYVE o SGAE, y no de un juez como se supone debe hacer-, aparecen comentarios preocupantes en internet elucubrando sobre el "qué pasará." Por ejemplo, con las descargas de música en la red. Hay quien se atreve a pronosticar una actuación indiscriminada en forma de demandas masivas para "atemorizar" al personal. Sobre todo, teniendo en cuenta que la mayoría de los denunciados serían menores de edad. Suena a vileza. El abogado Sánchez-Almeida recoge esta frase con acierto: "Hace ya unos cuantos años que en los países democráticos -no sólo en España- los políticos descubrieron que en el endurecimiento del Derecho Penal había una gran cantera de votos. Corren malos tiempos." Y viejos, cabría añadir.
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El Día de Tenerife, jueves 8 de Julio de 2004