El 11 de noviembre de 1934 venía al mundo, en Nueva York, Carl Edward Sagan. Hace justo 70 años. Sólo unos poquitos medios de comunicación se hacen eco del aniversario, obsesionados con loar o criticar la figura de personajes tan dudosos como Arafat o insípidos como Carmina Ordóñez. Leía yo estos días en internet -no sólo Sagan sino cualquier referencia a la Ciencia hace mucho que no interesan en prensa y televisión-, la pregunta abierta acerca del inusual interés que siempre ha despertado la Astronomía entre los informáticos y similares. Quizá la respuesta vaya asociada a la esencia misma de la tecnología, al afán descubridor que encierra, al empeño por alcanzar nuevos mundos. De lo que no cabe duda, es del papel de "referente" -manido palabro tan del gusto de políticos- que Sagan desempeñó hasta su muerte en 1996. Astrónomo más que notable -trabajó como planetólogo en misiones espaciales tan importantes como las Pioneer o las Voyager-, su contribución a la Ciencia es considerada por muchos más importante que la de decenas de premios Nobel. La razón es simple. Tuvo el mérito de saber divulgar, de inculcar en muchos jóvenes la curiosidad por el conocimiento. De trabajar con la cantera, para que me entiendan... los políticos. Su vida personal fue agitada, se casó tres veces y tuvo cinco hijos, curiosamente uno por década de su vida adulta. Su legado más conocido es "Cosmos", la serie de televisión que ha sido vista por más de 600 millones de personas en más de 60 países y que, aún hoy, no ha podido ser superada. "Cosmos" se estrenó en el consorcio americano de televisiones públicas PBS, en 1980, acompañado de la fortuna -había huelga de actores de comedia en el resto de cadenas, por lo que su audiencia aumentó de forma notable en las primeras emisiones. Más tarde, el carisma de Sagan mantuvo el éxito-. Lo demás ya es conocido y, seguramente, la mayoría de ustedes ha tenido la satisfacción de ver y aprender con "Cosmos". En lo social, Sagan fue un activista cargante para los poderosos. Se opuso virulentamente a la llamada "Guerra de las galaxias", del entonces presidente republicano Ronald Reagan. Llegó incluso a ser arrestado, de la misma forma que ocurrió con el ahora también presidente y también republicano George W. Bush. La diferencia, que uno conducía ebrio y el otro protestaba por el obsceno incremento del gasto en armamento nuclear. Por desgracia, las actitudes de ambos presidentes son hoy calificadas de heroicas por sus conciudadanos, mientras que la del molesto científico es apenas recordada. Será que la política envilece. Aquí, el que hace nada era considerado como el presidente de Gobierno más pacifista del mundo -recuerden el sambenito de "Bambi pancartero" que le colgó la ahora oposición-, acaba de gastarse 3000 millones esta misma semana en inútil chatarra bélica alemana... Es obvio que te echamos de menos, Sagan.