Todavía no tengo que pedir limosna. Quizá inadvertidamente esté comiendo menos, pero me viene bien. A una determinada edad no conviene cometer excesos. El banco aún no me devuelve los recibos y las rebajas de Enero han supuesto un alivio a mi bolsillo. Pero sé que difícilmente sacaré ya la cabeza. Mi magna obra está en la basura internauta. Algún pendejo electrónico sin escrúpulos, que seguramente no estará falto de mercedes, ni en el garaje ni en la cama, me está llevando a la ruina. ¿Me darán un poquito de canon? Quizá tenga que recurrir a la beneficencia pública, a organismos de cooperación nacional o, mejor aún, internacional. Esa niña con cargo de Secretaria de Estado bien podría fletar otro avión y venirse a Tenerife, a conocer mi caso sobre el terreno. Una catástrofe humanitaria más, eso diría, mientras estorba la llegada de los que sí saben ayudar e incluso hablan con propiedad. A mi lado los pobres africanos que arriban a nuestras costas son unos privilegiados. Seguro que en cuatro días ya se han unido a esos piratas pendejos electrónicos y venden la serie tostada, calentita entre las mantas. Reflexiono sobre todo esto porque acabo de comprobar estupefacto como, a la semana de comenzar su emisión, el primer capítulo de la serie "Un programa estelar" de TVE (martes en la 2, 15:50 horas) ha sido "subido" a la red vía eMule. Y qué quieren que les diga. Allá está, con una veintena de "fuentes" -usuarios que la intercambian en todo o en partes-. Gente sin escrúpulos empeñada en tragarse documentales científicos, amante de la Astronomía, seguramente descolocada como yo al ver al ser humano dejar su huella -metálica, eso sí- en la superficie de Titán. Individuos que se han molestado en grabar el capítulo, convertirlo a formato digital y regalárselo por la cara a otros sujetos tan sinvergüenzas como ellos. ¿Por qué me hacen esto? Yo les quiero. Y les admiro. ¿Por qué no se dejan de tecnologías y corren a su tienda de discos más próxima a comprar el último recopilatorio de canciones de Crónicas Marcianas? Eso sí es progreso, y no las sondas espaciales o la desvergonzada internet. En el fondo, yo haría lo mismo, pero no puedo. Además, ya he visto la serie y me sé el final. Y este comentario también acaba aquí, una vez cumplido el malicioso propósito de la autopromoción y las consabidas puyas a ese grupito de fabricantes de hielo que no saben que ya se venden neveras. La frase no es mía pero me gusta. La comparto, como la serie. Y puede que tenga que pasar hambre, pero más voy a engordar de satisfacción.