Me sube y me baja la tensión y esto me tiene mareado. Pero no, gracias, no se preocupen por mi salud, que no va por ahí la cosa. Me refiero a nuestra sin par compañía de suministro eléctrico, la ecologista Unelco. Con más frecuencia de la deseable en mi barrio la electricidad va y viene, lo que no es muy del agrado de los aparatos que se alimentan de ella. En concreto, de mi router -o "enrutador", según la querencia de los neologistas- ADSL. Así que éste ha decidido marcharse al otro barrio, para dejar descansar a sus circuitos en paz. Que ha "petado", vamos, utilizando el argot informático. Ocurrió la otra noche tras una hora de agonía eléctrica. Supongo que podría reclamar, como hizo un escritor de León que demandó a su compañía porque perdió una novela casi completa en parecidas circunstancias -su ordenador no resistió los apagones continuados-. Además parece que ganó el pleito y todo. Pero yo no tengo tanta paciencia y me conformo con dejar aquí constancia por escrito de su pésimo -amén de caro-, servicio. De los infames tendidos de alta, media y baja tensión. De cables que cruzan aquí y allá las calles, contribuyendo a un horror urbanístico ya de por sí notable. Sigan así. Aunque quizá me equivoque y esto no sea una consecuencia directa de su escaso nivel profesional, sino de una premeditada maniobra conjunta con el Ministerio de Cultura. Ya sabrán, y si no lo saben para eso estoy yo aquí, que en Marzo la ministra pretende una reforma profunda de la llamada "Ley de la Internet", en la que se puedan exigir responsabilidades a los proveedores de acceso. (Nota: Ellos los llaman "Intermediarios de la Sociedad de la Información", lo que es una ridiculez porque la misma definición se la podría usted aplicar a su quiosquero al comprarle el Marca y las pipas, por ejemplo). Responsabilidades por permitir el paso de "contenidos ilícitos". Esto no sólo va en contra de las Constituciones -la española, la nueva y cualquier otra a excepción de la china, si existe-, sino que, para variar, se estrella contra una normativa europea del año 2000 que lo prohibe taxativamente. Quizá, tal vez, el comienzo de esta progresista batalla pro defensa de los derechos de sus autores sea cargarse por medio de sobrecargas -sobrecargarse, podríamos decir-, las conexiones de dichos proveedores. Aunque sus autores se queden sin obra nueva, les da lo mismo. Seguirán publicando los éxitos de los setenta, de Camilo Sesto y de Los Chichos. Con eso y con el canon van tirando, e incluso pueden cambiar de coche cada año. En resumen, otra genialidad más. Digo yo que podrían sustituir a la señora Calvo por su muñeco -muñeca, con perdón- de látex, la de los guiñoles de Canal+. Lo haría con más gracia y, sobre todo, con más luces. Las que a mí me faltan. Pero eso es por Unelco.